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LITERARIA

MITOLOGIA GRIEGA

MITOLOGIA GRIEGA

BREVE
RESUMEN DE LA
MITOLOGÍA GRIEGA



LECTURA



Entre Tesalia y Macedonia, en la parte más árida de
Grecia, la erguida silueta del monte Olimpo se levanta en una sucesión de
contrafuertes rocosos. Su cumbre, coronada de centelleantes nieves eternas,
parece elevarse fantásticamente hasta el cielo.



Sobre esta montaña magnífica e imponente se erguía el
“Palacio del Rey del Cielo y de la
Tierra”: Zeus (Júpiter). Los acentos de su cólera resonaban
estruendosamente y repercutían con violencia entre las paredes de los abismos
rocosos. Encima de su cabeza, en los blancos vapores de las nubes, un águila,
símbolo de su poderío, volaba sin cesar.



Y sin embargo, mucho antes de que se extendiera sobre
el mundo el reino de Zeus y de que se levantara en la cumbre del Olimpo su
mansión inaccesible para los mortales, con sus torres y sus murallas doradas,
otro Dios gobernaba seres y cosas. Era Cronos, el inexorable dios del Tiempo, a
quien los romanos identificaron con Saturno. Cronos, hijo de Urano (el Cielo),
sabía que el Destino lo había condenado a ser destronado por uno de sus hijos
varones.



Por esta razón se apresuraba a devorar a todos los
hijos de sexo masculino que tenía con su esposa Rea. Ésta, cansada de verlos
desaparecer uno tras otro en el estómago paterno, tuvo un día la idea de
reemplazar al hijo que acababa de nacer, con un trozo de roca cuidadosamente
envuelto en primorosos pañales. Cronos cayó en el engaño y Zeus pudo salvarse.



El niño fue criado secretamente sobre el monte Ida en
la isla de Creta por coribantes y ninfas, y alimentado con
leche de la cabra Amaltea (uno de sus cuernos rotos se transformó después en el
“Cuerno de la Abundancia”).
Para que Cronos no oyera llorar a su fatal heredero, los coribantes hacían gran
alboroto alrededor de su cuna golpeando los escudos con los sables.



Zeus, ya mayor de edad, empezó por liberar a su padre
cautivo de los titanes y después lo desterró del Olimpo.



Destronado, Cronos huyó, encontrando asilo en el país
latino donde reinaba Juno. El tiempo en que Cronos vivió en Italia se llamó la Edad de Oro. Para defender el
Olimpo, Zeus tuvo que sostener terribles combates. Según la leyenda, los
gigantes habían sobrepuesto montañas —Pelión y Osa— una encima de otra,
formando una escalera para asaltarlo. Mas fueron rechazados por Zeus que se
valió de su arma irresistible: el rayo. Mientras tanto, el crimen empezaba a
aparecer sobre la tierra, y Zeus se vio obligado a castigarlo en la persona de
Licaón, rey de Arcadia. Ese príncipe cruel mataba a todos los extranjeros que
se aventuraban en sus Estados. Zeus se presentó en su reino pidiendo
hospitalidad, y Licaón, como desafiando al poder supremo, le hizo servir en la
comida carne de esclavo. Indignado, Zeus redujo a cenizas la mansión del
perverso rey y lo transformó en lobo. Pero el dios todopoderoso, que con sólo
fruncir el ceño hacía temblar el Universo, tenía que rendir cuentas al Destino
(Fátum). A éste se lo representaba con el globo terrestre bajo sus pies y tenía
en sus manos la urna que encierra el futuro y la suerte de dioses y de
mortales. Fue, pues, el Destino quien dispuso la boda de Zeus con Hera (Juno),
diosa vengativa, con rostro de blancura deslumbrante, protectora de hogares y
familias, mujer de compañía agradable pero de carácter irascible, y
extremadamente celosa.



De la unión de Zeus con Hera nació un hijo cuya
fealdad produjo la indignación materna. Asiéndolo por un pie, Hera lo arrojó
desde lo alto del Olimpo hasta la isla de Lemnos. Esa tremenda caída provocó al
pobre Hefaistos (Vulcano) una cojera eterna.



Arrojado de la comunidad de los dioses se hizo
herrero, estableciéndose en las islas Lípari y bajo el volcán Etna, en el
centro de Sicilia. El fuego que brota de esa montaña es el de la fragua de
Hefaistos, a quien Zeus encargó forjar el rayo. Los compañeros de Hefaistos son
los Cíclopes. Zeus pidió también a Hefaistos la edificación de la morada
olímpica y por recompensa le concedió la mano de la más bella de todas las
diosas: Afrodita (Venus).



La flamante pareja presentaba un singular contraste:
el marido no podía embellecer y la mujer no podía afearse. Por eso vivían
separados y era muy difícil encontrarlos’ juntos.



De todos los dioses el más hermoso era, sin duda
alguna,  Apolo (Febo). Hijo de Zeus y de Latona, había nacido, lo mismo
que su hermana Diana, en la isla de Delos. Pero Diana había quedado aprisionada
en las orillas con cadenas de plata. Desde su niñez, Apolo había mostrado su
fuerza extraordinaria estrangulando con sus manos a la enorme serpiente Pitón;
que se había arrastrado hasta su cuna  Al
final fue llamado al Cielo por su padre Zeus, quien le confió el Carro del Sol.



Desde ese día se lo pudo ver, con su cabellera de oro
al viento, surcando el cielo de oriente a occidente en su carro arrastrado por
briosos caballos. Las Horas lo acompañaban  formando una comitiva rumbosa.
Gustaba Apolo descansar sobre el Parnaso acompañado por las nueve Musas.



Alrodita (Venus) nació de la espuma del mar. Era la
diosa de la Belleza
y del Amor. Se casó con Hefaistos, el más feo de los dioses. 



Hefaistos (Vulcano) forjaba el rayo en compañía de los
Cíclopes. Algunos ubicaban su fragua debajo del volcán



En cuanto a Hermes (Mercurio), aparecía siempre en
lugares diferentes del Universo. Era el mensajero alado de los dioses. Se lo
representa con sombrero de viaje, un bastón alado en las manos (el caduceo,
alrededor del cual se enroscan dos serpientes) y alas en los pies.



Artemisa (Diana), hermana de Apolo, era la pálida y
fría diosa lunar de los bosques. Su mayor placer era la caza, estaba siempre
acompañada por una comitiva de ninfas, y perseguía incesantemente ciervos,
lobos, jabalíes.



Palas Atenea (Minerva) era a la vez diosa de la Guerra y diosa de la Sabiduría. Su
nacimiento se produjo en circunstancias extrañas. El padre de los dioses
despertó un día con violentos dolores de cabeza, que le arrancaban gritos de
dolor. Tomó todos los remedios de los cuales podían disponer entonces los
dioses. Más todo fue en vano. Decidió, pues, ir hasta la fragua de Hefaistos y le
exigió que le partiera el cráneo con un hacha.



Hízolo Hefaistos, obediente al pedido paterno, y cuál
no sería la sorpresa general al ver surgir de la cabeza divina una maravillosa
criatura, cuyos primeros actos no fueron los gritos clásicos de los recién
nacidos, ni el pedir vino como Gargantúa, sino que empezó a discutir problemas
filosóficos con las otras divinidades que habían asistido a ese fantástico
nacimiento. Después del hachazo, el cráneo paterno se cerró como por arte de
magia...



Sobre los mares reinaba Poseidón (Neptuno). Había
luchado con Palas Atenea para dar su nombre a Atenas. Vencido por la diosa
quiso vengarse noblemente con una acción brillante y creó el caballo. Se
representa a Neptuno blandiendo un tridente con el cual podía, a su antojo,
desencadenar las tempestades.



En la guerra de Troya, el rey del mar estaba a favor
de los griegos, pero más tarde se enemistó con Ulises que había matado a su
hijo Polifemo

2 comentarios

Carlos Eduardo -

Hey Te quedo Muy bien el resumen de esta dichosa mitologia. continua asi. ayudandonos a comprender mucho mas de los mitos en su forma original. tal cuales como fueron y son. poco a poco las versiones originales de cada uno se pierden. Continua asi. Exito

jesus -

la mitologia griega s lo maximo