La programación en EBA
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RESPONDE ESTA FICHA SEGUN TU CRITERIO SOBRE EL ÁREA
MOQUEGUANO SOY
Prof. Adolfo Sotelo Jiménez
Enaltecido con la dicha de aqui nacer,
cobijado limpiamente por un libido atardecer
¡soy moqueguano señores a buen entender!
Madurando con el correr de los años,
hablo con propiedad sin porcacidad ni daños,
porque comensales, ¡soy moqueguano señores!
Y ampliando el intelecto, grito con talento,
aqui nacieron las artes, musas en detrimento,
con sinceramiento, ¡moqueguano soy en cogimiento!
De carácter y resuelto en los pensamientos
el moqueguano forja camino sin desestimiento
a puro sentimiento, ¡moqueguano soy con acierto!
Profesional por excelencia, educando a conciencia
nadie ha de limitar mi función de trascendencia
para gritar, ¡moqueguano soy en labor de docencia!
Entre familiares, padres e hijos protegiendo y amando
la simplicidad amorosa y de respeto que se va dando
la familia se respeta como buen moqueguano que interpreta.
¡Moqueguano soy señores!
AQUI NUESTRO SEGUNDO PROGRAMA DEL AÑO 2014... REMEMOREMOS EL RECUERDO Y EL FORMATO DE UN PROYECTO INNOVADOR QUE DEBE DE REPLICAR A NIVEL NACIONAL
DESDE MOQUEGUA ESTO ES... ESCUELA VIVA... ¡Reporteros escolares en acción...!
Los diálogos son una herramienta muy útil en cualquier narración.
No solo dan voz a los personajes, también nos ayudan a muchos otros
niveles. En esta entrada veremos cuáles son.
Pero antes quiero compartir con vosotros un extracto de diálogo de la obra La guía del autoestopista galáctico,
de Douglas Adams. Hay muchos ejemplos de grandes diálogos entre los
maestros de la escritura, pero me he decantado por este de Adams porque
sus diálogos son dinámicos, están vivos, y resultan muy divertidos:
Lamentablemente, me he quedado en la tierra
por mucho más tiempo del que pretendía dijo Ford. Fui por una semana y
me quedé quince años.
Pero, ¿cómo fuiste a parar allí?
Fácil, me llevó un pesado.
¿Un pesado?
Sí.
¿Y qué es
?
¿Un pesado? Los pesados suelen ser niños ricos sin nada que hacer. Van
por ahí, buscando planetas que aún no hayan hecho contacto interestelar y
les anuncian su llegada.
¿Les anuncian su llegada? Arthur empezó a sospechar que Ford disfrutaba haciéndole la vida imposible.
Sí contestó Ford, les anuncian su llegada. Buscan un lugar aislado
donde no haya mucha gente, aterrizan junto a algún pobrecillo inocente a
quien nadie va a creer jamás, y luego se pavonean delante de él
llevando unas estúpidas antenas en la cabeza y haciendo ¡bip!, ¡bip!, ¡bip! Realmente es algo muy infantil.
Ford se tumbó de espaldas en el colchón con las manos en la nuca y aspecto de estar enojosamente contento consigo mismo.
Ford insistió Arthur, no sé si te parecerá una pregunta tonta, pero ¿qué hago yo aquí?
Ya lo sabes respondió Ford. Te he rescatado de la Tierra.
¿Y qué le ha pasado a la Tierra?
Pues que la han demolido.
La han demolido repitió monótonamente Arthur.
Sí. Simplemente se ha evaporado en el espacio.
Oye le comentó Arthur, estoy un poco preocupado por eso.
Ford frunció el ceño sin mirarle y pareció pensarlo.
Sí, lo entiendo dijo al fin.
¡Que lo entiendes! gritó Arthur. ¡Que lo entiendes!
Ford se puso en pie de un salto.
¡Mira el libro! susurró con urgencia.
¿Cómo?
No se asuste. (para los que
no lo habéis leído, ésta voz en cursiva es la del libro, lo que se
conoce en la historia como la guía del autoestopista galáctico)
¡No estoy asustado!
Sí, lo estás.
Muy bien, estoy asustado, ¿qué otra cosa puedo hacer?
Nada más que venir conmigo y pasarlo bien. La Galaxia es un sitio muy divertido. Necesitarás este pez en la oreja.
Ahora sí, a partir del ejemplo, veamos algunas de las funciones que tiene el diálogo dentro de un texto:
Una de las principales características del diálogo es que mueve hacia
delante la historia de una manera más directa que un narrador.
En el caso del ejemplo, Ford y Arthur acaban de escapar por los pelos
de la demolición de la Tierra y el diálogo nos pone en situación,
empujando la trama hasta la siguiente escena. Además, la urgencia de
Ford, que no mira directamente a Arthur, que cambia el tono de voz de
repente y se levanta de un salto, nos hace intuir que algo más ocurre o
está a punto de ocurrir.
Los personajes también pueden evolucionar a lo largo de un diálogo.
De hecho, en todo buen diálogo, al menos uno de los personajes debería
sufrir algún cambio de estado.
En el ejemplo, Arthur comienza intrigado, interrogando a Ford sobre
su pasado. En seguida recuerda lo que ha ocurrido unos minutos antes y
vuelve al estado de shock, avanzando hacia el pánico. Se enfada y,
finalmente, reconoce que está asustado. Termina el diálogo con cierta
resignación. Como véis, son un montón de estados de ánimo distintos que
perderían fuerza si los contase un narrador.
Los diálogos hacen que el ritmo de la historia fluya de forma más
rápida, más dinámica. Siempre será más denso leer un párrafo entero del
narrador explicando paso a paso lo que un diálogo puede contar en pocas
líneas.
Está claro que el texto del ejemplo sería muy distinto si un narrador
nos explicase cómo Ford recuerda al tipo con el que llegó a la Tierra
quince años antes y cómo Arthur, asustado, se da cuenta de que su
planeta acaba de desaparecer.
Los diálogos no nos cuentan lo que ocurre, sino que nos lo muestran,
dibujan la escena de una forma más vívida y llenan de vida a los
personajes. Un buen diálogo nos atrapa rápidamente porque carece de los
juicios de valor y las explicaciones del narrador. El diálogo nos
permite asistir de primera mano, ser testigos directos de lo que ocurre y
así podemos sacar nuestras propias conclusiones.
Los diálogos son uno de los métodos que sirven para caracterizar a
los personajes y las relaciones entre ellos. Lo que dicen, cómo lo
dicen, el tono en el que hablan y se responden, nos aportan un montón de
datos.
En el ejemplo de Douglas Adams, gracias al diálogo sabemos que Ford,
además de no ser terrestre de origen, es un tipo tranquilo y optimista,
con un carácter muy distinto al de Arthur, un humano neurótico que se
siente perdido tras la desaparición de su planeta. Pero también podemos
deducir, por la forma en la que hablan, que existe cierta confianza
entre ellos.
Los diálogos ofrecen información que el lector intuye, muchas veces
de forma inconsciente, como la relación entre los personajes, sus
personalidades, sus estados de ánimo
Pero también aportan datos
específicos sobre la trama. Eso sí, toda la información que se
suministra en el diálogo debe estar justificada.
En el ejemplo, Ford le explica a Arthur cómo llegó a la Tierra y qué
son los pesados tras un breve interrogatorio. No tendría sentido que
Ford se lanzase a explicarlo sin más o que le contase de forma detallada
cosas que Arthur ya conociese. Sólo insiste en el tema de la demolición
de la Tierra porque Arthur, en el estado de shock en el que se
encuentra, necesita oírlo de nuevo hasta ser capaz de asimilarlo.
A continuación, os mostraremos un breve resumen del capítulo más técnico del libro Cómo escribir diálogos.
Sin duda, es una parte algo tediosa de la escritura de diálogos, pero
fundamental si queremos hacerlo correctamente. Además, veréis como
cuando le pilléis el truco, no es tan complicado.
Si queréis indagar más en el tema, en el libro Cómo escribir diálogos
encontraréis mucha más información (por ejemplo, cómo encontrar la voz
para cada personaje, cómo hacer que un diálogo suene natural y
coherente, cómo crear esquemas para construir diálogos, etc.).
Al contrario de lo que mucha gente cree, es incorrecto usar el guión
corto (-) para abrir un diálogo. En su lugar, hay que emplear la raya o
guión largo () o bien las comillas latinas (« »). El problema es que la
mayoría de los teclados no nos muestran estos símbolos por defecto,
pero no os preocupéis, se pueden conseguir de otras formas: Cómo se escriben el guión largo y las comillas latinas.
Se llama diálogo directo a aquel en el que los personajes hablan
directamente, sin intervención del narrador. Es decir, el típico diálogo
que nos encontramos en una novela o un relato y que tiene esta forma:
Hola dijo Pedro.
¿Cómo te encuentras? preguntó María.
En cambio, en el diálogo indirecto es el narrador el que habla por los personajes, tal que así:
Pedro dijo hola a María y ella le preguntó cómo se encontraba.
Como hemos visto en el punto anterior, el diálogo directo suele
representarse con las rayas o guiones largos en la forma tradicional
española y la manera correcta es la siguiente:
1. Cada intervención en un párrafo. Es decir, cada vez que un personaje habla, se hace un punto y aparte de comienzo y de final:
FORMA INCORRECTA:
Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar: Me
gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. Vale, pero
tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
FORMA CORRECTA:
Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
2. Los espacios donde tocan. Al comenzar el diálogo,
no hay separación entre la raya y el comienzo de la frase. Además, los
incisos o intervenciones del narrador van siempre entre rayas y sin
espacios, ya que funcionan como si fueran paréntesis. Es decir:
FORMA INCORRECTA:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
FORMA CORRECTA:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
Fijaos en que al final de una línea de diálogo que termina con el narrador (dijo Ana) no se coloca raya de cierre. Basta con el punto.
3. Los signos de puntuación con los verbos dicendi.
Por norma general, los signos de puntuación se colocan siempre después
del inciso, cuando el verbo principal de la frase es un verbo dicendi o verbo del habla (dijo, comentó, susurró, preguntó, exclamó
):
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
Tomando de nuevo el ejemplo anterior, fijaos en que tanto en la
intervención de Martín como en la de Ana el inciso comienza en minúscula
y sin puntos ni comas. El signo se pone al final del inciso. Ocurriría
lo mismo para otros signos de puntuación:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa. ¿Te apetece? dijo Martín.
Vale respondió Ana, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja.
4. Los signos de puntuación cuando el verbo NO es dicendi.
Cuando nos encontramos un verbo distinto a los comentados en el punto
anterior (es decir, un verbo que no sea de habla), la representación se
realiza de otra forma. En este caso, el punto se coloca antes del inciso
y este comenzará con mayúscula o minúscula según corresponda, como en
el caso de los siguientes ejemplos:
Déjame verlo. Abrió la caja.
Déjame verlo. Abrió la caja. No lo romperé.
¿Puedo verlo? Abrió la caja. No lo romperé.
Déjame verlo abrió la caja o me pondré a gritar.
Además de la forma anterior, el diálogo directo también puede
representarse con comillas latinas, ya sea en su forma mixta o en la
forma anglosajona. Veamos cómo funciona la puntuación en estos casos:
FORMA MIXTA. Extraído del libro Santuario, de William Faulkner:
«No lo saque respondió Popeye. Dígame qué es».
«Es un libro».
«¿Qué libro?» dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas latinas:
«No lo saque», respondió Popeye. «Dígame qué es».
«Es un libro».
«¿Qué libro?», dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas inglesas:
No lo saque, respondió Popeye. Dígame qué es.
Es un libro.
¿Qué libro?, dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas simples:
No lo saque, respondió Popeye. Dígame qué es.
Es un libro.
¿Qué libro?, dijo Popeye.
Otra duda frecuente es cómo escribir un diálogo dentro de un diálogo.
Es decir, ¿qué pasa si un personaje imita la voz de otro? Pues algo tal
que así:
Extraído del libro Pedro Páramo, de Juan Rulfo:
Estás segura de que él fue, ¿verdad?
Segura no, tío. No le vi la cara. Me agarró de noche y en lo oscuro.
¿Entonces cómo supiste que era Miguel Páramo?
Porque él me lo dijo: «Soy Miguel Páramo, Ana. No te asustes». Eso me dijo.
A veces, las voces de un personaje en la historia no son habladas,
sino pensadas. En este caso, la representación correcta es siempre con
comillas (latinas preferiblemente), nunca entre rayas:
«Qué sueño tengo», pensó Lucas. «Debería irme a la cama».
A continuación, os mostraremos un breve resumen del capítulo más técnico del libro Cómo escribir diálogos.
Sin duda, es una parte algo tediosa de la escritura de diálogos, pero
fundamental si queremos hacerlo correctamente. Además, veréis como
cuando le pilléis el truco, no es tan complicado.
Si queréis indagar más en el tema, en el libro Cómo escribir diálogos
encontraréis mucha más información (por ejemplo, cómo encontrar la voz
para cada personaje, cómo hacer que un diálogo suene natural y
coherente, cómo crear esquemas para construir diálogos, etc.).
Al contrario de lo que mucha gente cree, es incorrecto usar el guión
corto (-) para abrir un diálogo. En su lugar, hay que emplear la raya o
guión largo () o bien las comillas latinas (« »). El problema es que la
mayoría de los teclados no nos muestran estos símbolos por defecto,
pero no os preocupéis, se pueden conseguir de otras formas: Cómo se escriben el guión largo y las comillas latinas.
Se llama diálogo directo a aquel en el que los personajes hablan
directamente, sin intervención del narrador. Es decir, el típico diálogo
que nos encontramos en una novela o un relato y que tiene esta forma:
Hola dijo Pedro.
¿Cómo te encuentras? preguntó María.
En cambio, en el diálogo indirecto es el narrador el que habla por los personajes, tal que así:
Pedro dijo hola a María y ella le preguntó cómo se encontraba.
Como hemos visto en el punto anterior, el diálogo directo suele
representarse con las rayas o guiones largos en la forma tradicional
española y la manera correcta es la siguiente:
1. Cada intervención en un párrafo. Es decir, cada vez que un personaje habla, se hace un punto y aparte de comienzo y de final:
FORMA INCORRECTA:
Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar: Me
gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. Vale, pero
tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
FORMA CORRECTA:
Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
2. Los espacios donde tocan. Al comenzar el diálogo,
no hay separación entre la raya y el comienzo de la frase. Además, los
incisos o intervenciones del narrador van siempre entre rayas y sin
espacios, ya que funcionan como si fueran paréntesis. Es decir:
FORMA INCORRECTA:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
FORMA CORRECTA:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
Fijaos en que al final de una línea de diálogo que termina con el narrador (dijo Ana) no se coloca raya de cierre. Basta con el punto.
3. Los signos de puntuación con los verbos dicendi.
Por norma general, los signos de puntuación se colocan siempre después
del inciso, cuando el verbo principal de la frase es un verbo dicendi o verbo del habla (dijo, comentó, susurró, preguntó, exclamó
):
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa comentó Martín. ¿Te apetece?
Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja dijo Ana.
Tomando de nuevo el ejemplo anterior, fijaos en que tanto en la
intervención de Martín como en la de Ana el inciso comienza en minúscula
y sin puntos ni comas. El signo se pone al final del inciso. Ocurriría
lo mismo para otros signos de puntuación:
Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa. ¿Te apetece? dijo Martín.
Vale respondió Ana, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja.
4. Los signos de puntuación cuando el verbo NO es dicendi.
Cuando nos encontramos un verbo distinto a los comentados en el punto
anterior (es decir, un verbo que no sea de habla), la representación se
realiza de otra forma. En este caso, el punto se coloca antes del inciso
y este comenzará con mayúscula o minúscula según corresponda, como en
el caso de los siguientes ejemplos:
Déjame verlo. Abrió la caja.
Déjame verlo. Abrió la caja. No lo romperé.
¿Puedo verlo? Abrió la caja. No lo romperé.
Déjame verlo abrió la caja o me pondré a gritar.
Además de la forma anterior, el diálogo directo también puede
representarse con comillas latinas, ya sea en su forma mixta o en la
forma anglosajona. Veamos cómo funciona la puntuación en estos casos:
FORMA MIXTA. Extraído del libro Santuario, de William Faulkner:
«No lo saque respondió Popeye. Dígame qué es».
«Es un libro».
«¿Qué libro?» dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas latinas:
«No lo saque», respondió Popeye. «Dígame qué es».
«Es un libro».
«¿Qué libro?», dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas inglesas:
No lo saque, respondió Popeye. Dígame qué es.
Es un libro.
¿Qué libro?, dijo Popeye.
FORMA MIXTA con comillas simples:
No lo saque, respondió Popeye. Dígame qué es.
Es un libro.
¿Qué libro?, dijo Popeye.
Otra duda frecuente es cómo escribir un diálogo dentro de un diálogo.
Es decir, ¿qué pasa si un personaje imita la voz de otro? Pues algo tal
que así:
Extraído del libro Pedro Páramo, de Juan Rulfo:
Estás segura de que él fue, ¿verdad?
Segura no, tío. No le vi la cara. Me agarró de noche y en lo oscuro.
¿Entonces cómo supiste que era Miguel Páramo?
Porque él me lo dijo: «Soy Miguel Páramo, Ana. No te asustes». Eso me dijo.
A veces, las voces de un personaje en la historia no son habladas,
sino pensadas. En este caso, la representación correcta es siempre con
comillas (latinas preferiblemente), nunca entre rayas:
«Qué sueño tengo», pensó Lucas. «Debería irme a la cama».