EL BUEN VESTIR
Desde que tengo prácticas docentes, siempre creí que el buen docente debería de andar bien vestido, por ello desde que tuve mi primer trabajo, la corbata, las correas, los vividis, los zapatos de vestir fueron la nueva forma de un lock ya con tendencias adultas, a pesar de mis cortos 22 años, dejando los jeans de mezclilla, os peinados extravagantes con gel o gomina, los polos coloridos y shorts impermeables y gustosos pantalones de tirantes; para simplemente cimentar una imagen de ejemplo y buen vestir para los alumnos, por ello en los últimos años de mi trabajo siempre use el terno para vestir y en días cálidos la corbata y la camisa señera y el pantalón muy bien planchado de vestir exclusivo para el trabajo, además del buen perfume y el baño diario, con los deodorizadores normales: talco, desodorante, la boca enjuagada con su pasta dental y liquido antisarro, y ni que decir de los zapatos con la crema de calzado bien plasmada en sus contornos y ribetes, traté siempre de estar higiénicamente presentable, a pesar de que algunas veces el sudor me traicionaba, por la calor incesante que reinaba muchas veces y que me obligaban a tener un buen pañuelo a la mano.
Pero hoy fui traicionado por mis fachas, y mi gran cultura de vestir se fue por las más informales y descabelladas letrinas de bajo barrio, por la forma de vestir, salí muy decoroso con una camisa a cuadros anaranjados y un pantalón plomo de vestir, Baronet, muy bien planchados y desde hace días por la ola de calor, empecé a utilizar amanera de los antiguos "paletones" (camisas para usar fuera del pantalón) y además ante el apuro de no encontrar mi correa, me fui así al gran acto laboral, alguien me llamó en plena ceremonia la atención por no tener la camisa dentro del pantalón y con voz enérgica me conminó a arreglar tales "fachas", tuve que hacerlo, me sonrojé, me sentí el blanco de las miradas y algunas carcajadas retumbaron en el escenario, con una risa nerviosa me coloqué la camisa dentro y es que el Director encargado, que me conminó, pidió aplausos y dijo que así deberían de andar los grandes maestros.
En toda el tiempo que laboré nunca nadie había criticado mi forma de vestir y mucho menos en público y ante lo sucedido, solo tuve por espectar que no debemos perder de vista ni en un sólo instante la forma como hemos de vestir y andar para cada ocasión de nuestras vidas, "al mejor escribano también se le va la mano". Bienvenido al año laboral 2010 no sólo con las ganas de asumir la chamba sino con reivindicaciones de mi buen vestir.
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