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LITERARIA

EL MOCHO TRAVIESO (cuento)

EL MOCHO TRAVIESO (cuento) (Adaptado y corregido del cuento de PIERO RAMIREZ del 2° año)
Érase un hermoso día de campo en el valle más pequeño y bello de la costa peruana, un mediano oasis en medio del desierto sureño, estaba oscureciendo y el ruido serpenteante del río y el trinar de las aves, amenizaban el ambiente, mi padre y yo descansábamos sentados en sus orillas, delante de la mediana carpa, que habíamos instalado, para  guardar nuestros enseres y dormir allí como parte del itinerario de vacaciones que sehabía planificado la familia. Mi padre contemplaba el río con nostalgia y veía correr las límpidas aguas como sisus recuerdos fluyeran con intensidad, así que pregunte: - ¿Papá qué recuerdasmás de tu niñez?,- Muy asombrado me respondió: -Son muchas cosas hijo mío,muchos recuerdos que avivan mi mente, y que añoro, pero que lamentablemente ya no volverán, por ejemplo los juegos infantiles han cambiado, antes jugábamos a las rondas, al juego de las escondidas, a los colores, los siete pecados, los trompos, las bolitas, los chochos, las sonajas, las cometas, zapatito roto e innumerables juegos que hacían una delicia el jugar-, -¡Qué interesante papá!- y continuo diciéndome: Además recuerdo los hermosos momentos que pase en el campo, como no recordar cuando sembrábamos y cosechábamos la papa, el maíz y las habas, eran nuestra delicia. Pero hay algo que recuerdo mucho de mi infancia y es que una vez tu abuelo me regaló dos pequeños libros de cuentos llamados “Agua”, y el “Torito de piel brillante” cuyo autor aún recuerdo y de seguro tú también ya lo conoces: José María Arguedas. - Claro papá conozco su biografía y algunas de sus obras más importantes -, Y él prosiguió: -¡Qué bien hijo!, y es que este escritor entre sus palabras y bellos relatos  me enseñaron a valorar la naturaleza, a cuidarla, a disfrutar de ella en armonía sin dañarla, y a cuidar de las criaturas que en ella habitan, por que como leí en la obra de  Arguedas: “cada elemento de la naturaleza es parte importante del engranaje natural”. Esto me emocionó mucho, pero mi padre me siguió relatando: - Recuerdo que mamá Justina tenía una pequeña granja en casa donde criaba gallinas, pavos, cerdos,  y los traviesos corderos y chivos los cuales solo dormían en el establo, pues todos los días por la mañana debíamos sacarlos al campo para pastar.  Todos los días íbamos al campo yo montado en un burro y al costado mi hermano Nelson y Chocho, nuestro perro quien era mi fiel compañero, el cual nos perseguía mientras nos internábamos en lo profundo de las verdes chacras, en el camino los vecino desfilaban con un amable y grato saludo: don Demetrio, don Pascual, doña Estela; íbamos cantando, brincando con silbidos además del silbido de los árboles, y los cantos de los zorzales, los chihuancos, las chocas y algunas tórtolas; y cuando llegábamos a los grandes pastizales soltábamos a los chivos y corderos, y el  burro quedaba amarrado a un árbol junto a los cañaverales con los cuales se elaboraban esteras de todo tamaño.
Cierto día sucedió algo que nos impactó  mucho y que hasta ahora lo recuerdo y eso fue el nacimiento de un corderito  muy especial, ya que en pleno traslado de los corderos su madre lo parió, fue una experiencia inolvidable, apenas nació lo vimos pararse y torpemente ponerse de pie, y pegarse al cuerpo de su madre. Llamándonos la atención sus pequeñas orejas por ello lo llamamos “mocho”.
Además cuando creció empezó a diferenciarse de todos los otros borreguitos porque era más despierto y juguetón, corría junto a Chocho y lo ayudaba a arrear a las demás ovejas, balaba cuando alguna de ellas se retrasaba y le gustaba que le sobaran su cabecita y sus pequeñas orejas, nos encariñamos mucho con él, hasta parecía que nos entendiera, pues nos hacía caso cuando lo llamábamos. Pasó el tiempo y fue creciendo más y más hasta que se convirtió en un enorme y robusto corderito por eso se convirtió en el padrillo de todas las demás ovejas e incluso algunos vecinos pedían prestado a Mocho para que se crucen con las hembras y así tener buenas crías y mejorar su raza. Mocho se hizo más adulto y continuaba siendo travieso, hasta que cierto día después de tantas travesuras, este colmó el vaso cuando al llegar todos a casa encontramos que el Mocho se había comido las papas de la cosecha que mamá Justina había escarbado y dejó un montón de papas esparcidas y mordidas por todo el canchón, al ver esto  lo quisieron golpear con una rama gruesa de sauce que trajo para la leña, pero en ese instante grité  - ¡No madre!, ¡No hagas eso!, ¡te lo suplico! No golpees al mocho. Es que tanto era mi cariño por él que no podía permitir que lo lastimaran y con lágrimas en los ojos convencí a mamá de no hacerlo.
Al día siguiente cuando íbamos a la chacra, Mocho empezó a correr desesperado a  levantar polvareda y desviarse del camino, se había vuelto loco y Nelson corrían detrás para alcanzarlo, pero este era más veloz, pues su locura se debió a que había visto una borrega y en su locura,había dañado los sembríos de choclos, de habas y algunos alfalfares. Después de la locura los vecinos nos gritaron  y dijeron que debíamos cuidarlo mejor  sino avisarían a nuestros padres, por ello tuvimos que amarrarlo con una soga   en los matorrales, nunca lo vi tan inquieto y que bufara como un toro, cuando llegó la noche lo soltamos y regresamos a casa   con el burro y con ayuda deChocho, se oía a los lejos el ladrido de algunos perros y el rebuznar de otros burros, Chocho daba muchos ladridos como si hubiera gente observándonos, los árboles parecían hombres gigantes, y de cuando en cuando el Mocho daba saltos y balidos; hasta que de pronto el Mocho escuchó el balar de otra oveja, paro suspequeñas y graciosas orejas y comenzó a correr como diablo que lleva el viento, nuevamente  levantando la polvareda, detrás el Chocho lo perseguía, dando fuertes ladridos para alcanzarlo, yo montado en mi burro di la vuelta y comencé a perseguir a Mocho, dejando solo a Nelson con las demás ovejas.Por más esfuerzos que hice no pude alcanzarlo, había cruzado el río, y avanzó hacia la otra orilla subiendo al cerro donde había otros rebaños, pero por lo avanzado de la hora decidirnos irnos y regresar al día siguiente. Así que llegamos muy rápidamente y guardamos a todo el rebaño, mamá Justina salió desesperada  y nos llamó la atención por la demora, solo callamos y no dijimos nada, cenamos y nos fuimos a descansar. Pasó unas horas y escuchamos gritos, era mamá diciendo: ¡Dónde está el Mocho! Nos tapamos con las frazadas fingiendo estar dormidos, pero cogió una rama de sauce y nos levantó de una, entre lágrimas le contamos lo sucedido y salimos en busca del Mocho, así que cruzamos el río y subimos con miedo al cerro, buscamos al Mocho llamándolo y preguntando a los vecinos que se hallaban regando, fue la madrugada más larga y fría que pasamos, hasta que de tanto caminar Nelson se sintió mal y se postró frente a una gran roca, ya no podía más, y ambos allí tratamos de descansar, pero cuando levanté la mirada me asusté terriblemente, habíamos llegado a la temida “Cueva del diablo”, lugar donde los chamanes y brujas iban a hacer sus rituales y maleficios, terriblemente asustado levanté como pude a Nelson y lo llevé corriendo hasta donde mi cuerpo resistió, y de repente algo se acercaba con rapidez a nosotros, y pensé en un final de nuestras vidas ¡Qué horror, moriríamos! Y gritamos y nos abrazamos, hasta que con un balido la cosa esa nos rozó, era el Mocho que nos había encontrado, de inmediato lo sujetamos con una soga y lo jalamos hasta llegar a casa, y fue allí donde muy enfadado, mi hermano Nelson, iba golpeando al Mocho con ira, y yo muy molesto lo grité e impedí que lo siga haciendo y finalmente cedió.
A la mañana siguiente, Nelson se levantó y estaba dando de comer a los cerdos, y al momento de vaciar el polvillo en el plato de los cerdos, el Mocho muy curioso dio un brinco y saltó sobre el plato dejando caer todo el polvillo al suelo, Nelson muy molesto cogió una vara de sauce e intento darle una paliza, cuando de pronto el Mocho saltó nuevamente y se libró de la vara, pero esta le cayó en el hocico a un cerdito y este comenzó a gritar fuertemente, tenía el hocico volteado, mi madre entró en escena y al ver lo sucedido, castigo a Nelson quien maldijo al Mocho. Por eso él ya no quería a Mocho, quería verlo muerto.
Pasó el tiempo y Mocho se hacía cada vez más viejo, Nelson cuando podía lo montaba como caballo y lo golpeaba, sin que nadie lo viera. Hasta que cierto día, una mañana cuando nos disponíamos a sacar el rebaño noté que Mocho sangraba por la nariz, me asusté mucho y llamé a mi madre, ella se asustó mucho y llamó al veterinario quien al revisarlo dijo que algunos órganos estaban dañados por golpes y que sus vertebras estaban inflamadas por algún peso que le venían poniendo, e hizo que se quedara porque aún no estaba bien. En casa su ausencia provocó tristeza y extrañeza de no verlo corretear. Y días después me emocioné cuando fuimos a recogerlo, pero al verlo vi su rostro desencajado, ya no era el mismo, con una mirada triste, lo llevamos a casa y al tercer día de febrero cuando las lluvias y los días nubosos eran parte del paisaje, el Mocho murió. Recuerdo que lo lloré mucho, y muy cerca de una encina a orillas de la acequia lo enterramos. Y Días después armado de valor conté a mis padres que fue mi hermano Nelson quien había provocado la muerte del Mocho, incluyendo los motivos del mismo, mis padres lo entendieron todo y perdonaron a mi hermano que cada vez que lo veo derrama algunas lágrimas por el noble Mocho.
Desde allí sentí como mi infancia había culminado, ya nada era igual…
Mi padre enmudeció me abrazo fuertemente y el ruido del río y una ráfaga de viento irrumpió la muestra de afecto y así mi padre terminó de contarme la historia del Mocho su corderito travieso.
Tres días después mi padre me dio una gran sorpresa, uno de sus tesoros, sus obras “Agua” y “El torito de piel brillante” las compartía conmigo, para poder entender a la naturaleza y las costumbres de nuestra gente, las cuales leí y comprendí de cuanto debemos de cuidar y amar nuestras tierras, y que de seguro yo compartiré con mis hijos algún día.

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