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LITERARIA

OLLANTAY REPRESENTACION TEATRAL

Apu Ollantay o Los rigores de un Padre y la generosidad de un Rey es un drama de origen, compuesto en quechua clásico,
considerado como el más antiguo del cual se tenga registros. El primer
manuscrito de la obra sobre la cual se tenga noticias perteneció al
sacerdote Antonio Valdez, considerado por el doctor Raúl Porras
Barrenechea el autor original de la obra.

El general de los ejércitos incas, Ollantay, se ha enamorado de Cusi Coyllur (Lucero Alegre o Estrella), hija del Inca Pachacútec (El restaurador del mundo).
Nadie, salvo otro Inca, puede casarse con ella, pero el general se
expone y, pese a los augurios en contra, decide pedir la mano de Cusi Coyllur.
La madre de la princesa oculta sus amores, su boda secreta. El sumo
sacerdote Willka Uma descubre a Ollanta y los peligros de la ira del
Inca. Esta es la introducción. A partir de aquí los amantes, ya
separados, son obligados a refugiarse. Cusi Coyllur, es encerrada en la casa de mujeres,Acllahuasi, y Ollantay huye a la ciudad que lleva su nombre, Ollantaytambo, y allí se atrinchera.


El Inca cuenta con sus ayudantes, generales como Rumi Ñawi (Ojo de Piedra); Ollanta con los suyos, como Urqu Waranqa (Mil Montañas).
La primera batalla trae como consecuencia la derrota de Rumi Ñawi.
Tiempo después el Inca Pachacutec muere sin haber conseguido sus
propósitos: derrotar a Ollantay; le sucede Túpac Yupanqui (El estimado por la realeza) el cual, mediante una trampa, consigue apresar a Ollantay.


Además la princesa tiene a su favor a una de las vírgenes del Sol, la
Cortesana del Acllahuasi Pitu Salla, pero como fiera oponente a la dura
Mama Qaqa (Madre Roca). Eso hace posible que, tras diez años de férrea prisión, aun conserve alguna esperanza de salir de ella.


El desenlace llega cuando Ima Sumaq (Bella Niña), de diez
años, conoce a su madre y, desde su niñez valiente, osa caer de hinojos
ante la presencia del nuevo Inca, que tiene preso a Ollantay y sus
generales. Ollantay es perdonado por el concurso del Sumo Sacerdote que
siempre hace de pacificador. El Inca se interesa más tarde por la mujer
encadenada, reconociendo en ella a su hermana (lo que es una bonita 'anagnórisis')
y oye de sus labios su penosa historia. Entonces el Inca perdona a
todos, reconcilia ante los ojos del espectador a los esposos y les desea
larga vida juntos.


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