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LITERARIA

¿CÓMO REPRESENTAR UN DIÁLOGO GRÁFICAMENTE?

A continuación, os mostraremos un breve resumen del capítulo más técnico del libro “Cómo escribir diálogos”.
Sin duda, es una parte algo tediosa de la escritura de diálogos, pero
fundamental si queremos hacerlo correctamente. Además, veréis como
cuando le pilléis el truco, no es tan complicado.


Si queréis indagar más en el tema, en el libro “Cómo escribir diálogos”
encontraréis mucha más información (por ejemplo, cómo encontrar la voz
para cada personaje, cómo hacer que un diálogo suene natural y
coherente, cómo crear esquemas para construir diálogos, etc.).



Los símbolos que abren y cierran los diálogos directos


Al contrario de lo que mucha gente cree, es incorrecto usar el guión
corto (-) para abrir un diálogo. En su lugar, hay que emplear la raya o
guión largo (—) o bien las comillas latinas (« »). El problema es que la
mayoría de los teclados no nos muestran estos símbolos por defecto,
pero no os preocupéis, se pueden conseguir de otras formas: Cómo se escriben el guión largo y las comillas latinas.


Diferencias entre diálogo directo y diálogo indirecto


Se llama diálogo directo a aquel en el que los personajes hablan
directamente, sin intervención del narrador. Es decir, el típico diálogo
que nos encontramos en una novela o un relato y que tiene esta forma:


—Hola —dijo Pedro.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó María.


En cambio, en el diálogo indirecto es el narrador el que habla por los personajes, tal que así:


Pedro dijo hola a María y ella le preguntó cómo se encontraba.


Representación gráfica del diálogo directo tradicional


Como hemos visto en el punto anterior, el diálogo directo suele
representarse con las rayas o guiones largos en la forma tradicional
española y la manera correcta es la siguiente:


1. Cada intervención en un párrafo. Es decir, cada vez que un personaje habla, se hace un punto y aparte de comienzo y de final:


FORMA INCORRECTA:

Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar: —Me
gustaría que vinieses a jugar a mi casa —comentó Martín. —Vale, pero
tengo que preguntarle a mi madre si me deja —dijo Ana.


FORMA CORRECTA:

Los niños se encontraron por la calle y comenzaron a hablar:

—Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa —comentó Martín—. ¿Te apetece?

—Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja —dijo Ana.


2. Los espacios donde tocan. Al comenzar el diálogo,
no hay separación entre la raya y el comienzo de la frase. Además, los
incisos o intervenciones del narrador van siempre entre rayas y sin
espacios, ya que funcionan como si fueran paréntesis. Es decir:


FORMA INCORRECTA:

— Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa— comentó Martín—. ¿Te apetece?

— Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja— dijo Ana.


FORMA CORRECTA:

—Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa —comentó Martín—. ¿Te apetece?

—Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja —dijo Ana.


Fijaos en que al final de una línea de diálogo que termina con el narrador (dijo Ana) no se coloca raya de cierre. Basta con el punto.


3. Los signos de puntuación con los verbos dicendi.
Por norma general, los signos de puntuación se colocan siempre después
del inciso, cuando el verbo principal de la frase es un verbo dicendi o verbo del habla (dijo, comentó, susurró, preguntó, exclamó…):


—Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa —comentó Martín—. ¿Te apetece?

—Vale, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja —dijo Ana.


Tomando de nuevo el ejemplo anterior, fijaos en que tanto en la
intervención de Martín como en la de Ana el inciso comienza en minúscula
y sin puntos ni comas. El signo se pone al final del inciso. Ocurriría
lo mismo para otros signos de puntuación:


—Me gustaría que vinieses a jugar a mi casa. ¿Te apetece? —dijo Martín.

—Vale —respondió Ana—, pero tengo que preguntarle a mi madre si me deja.


4. Los signos de puntuación cuando el verbo NO es dicendi.
Cuando nos encontramos un verbo distinto a los comentados en el punto
anterior (es decir, un verbo que no sea de habla), la representación se
realiza de otra forma. En este caso, el punto se coloca antes del inciso
y este comenzará con mayúscula o minúscula según corresponda, como en
el caso de los siguientes ejemplos:


—Déjame verlo. —Abrió la caja.

—Déjame verlo. —Abrió la caja—. No lo romperé.

—¿Puedo verlo? —Abrió la caja—. No lo romperé.

—Déjame verlo —abrió la caja— o me pondré a gritar.


Representación gráfica del diálogo directo con comillas


Además de la forma anterior, el diálogo directo también puede
representarse con comillas latinas, ya sea en su forma mixta o en la
forma anglosajona. Veamos cómo funciona la puntuación en estos casos:


FORMA MIXTA. Extraído del libro “Santuario”, de William Faulkner:

«No lo saque —respondió Popeye—. Dígame qué es».

«Es un libro».

«¿Qué libro?» —dijo Popeye.


FORMA MIXTA con comillas latinas:

«No lo saque», respondió Popeye. «Dígame qué es».

«Es un libro».

«¿Qué libro?», dijo Popeye.


FORMA MIXTA con comillas inglesas:

“No lo saque”, respondió Popeye. “Dígame qué es”.

“Es un libro”.

“¿Qué libro?”, dijo Popeye.


FORMA MIXTA con comillas simples:

‘No lo saque’, respondió Popeye. ‘Dígame qué es’.

‘Es un libro’.

‘¿Qué libro?’, dijo Popeye.


Representación del diálogo dentro del diálogo


Otra duda frecuente es cómo escribir un diálogo dentro de un diálogo.
Es decir, ¿qué pasa si un personaje imita la voz de otro? Pues algo tal
que así:


Extraído del libro “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo:

—Estás segura de que él fue, ¿verdad?

—Segura no, tío. No le vi la cara. Me agarró de noche y en lo oscuro.

—¿Entonces cómo supiste que era Miguel Páramo?

—Porque él me lo dijo: «Soy Miguel Páramo, Ana. No te asustes». Eso me dijo.


Representación de pensamientos


A veces, las voces de un personaje en la historia no son habladas,
sino pensadas. En este caso, la representación correcta es siempre con
comillas (latinas preferiblemente), nunca entre rayas:


«Qué sueño tengo», pensó Lucas. «Debería irme a la cama».



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