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LITERARIA

PARA QUE SIRVEN LOS DIÁLOGOS

Para qué sirven los diálogos




Los diálogos son una herramienta muy útil en cualquier narración.
No solo dan voz a los personajes, también nos ayudan a muchos otros
niveles. En esta entrada veremos cuáles son.



Pero antes quiero compartir con vosotros un extracto de diálogo de la obra La guía del autoestopista galáctico,
de Douglas Adams. Hay muchos ejemplos de grandes diálogos entre los
maestros de la escritura, pero me he decantado por este de Adams porque
sus diálogos son dinámicos, están vivos, y resultan muy divertidos:



—Lamentablemente, me he quedado en la tierra
por mucho más tiempo del que pretendía —dijo Ford—. Fui por una semana y
me quedé quince años.

—Pero, ¿cómo fuiste a parar allí?

—Fácil, me llevó un pesado.

—¿Un pesado?

—Sí.

–¿Y qué es…?

—¿Un pesado? Los pesados suelen ser niños ricos sin nada que hacer. Van
por ahí, buscando planetas que aún no hayan hecho contacto interestelar y
les anuncian su llegada.

—¿Les anuncian su llegada? —Arthur empezó a sospechar que Ford disfrutaba haciéndole la vida imposible.

—Sí —contestó Ford—, les anuncian su llegada. Buscan un lugar aislado
donde no haya mucha gente, aterrizan junto a algún pobrecillo inocente a
quien nadie va a creer jamás, y luego se pavonean delante de él
llevando unas estúpidas antenas en la cabeza y haciendo ¡bip!, ¡bip!, ¡bip! Realmente es algo muy infantil.

Ford se tumbó de espaldas en el colchón con las manos en la nuca y aspecto de estar enojosamente contento consigo mismo.

—Ford —insistió Arthur—, no sé si te parecerá una pregunta tonta, pero ¿qué hago yo aquí?

—Ya lo sabes —respondió Ford—. Te he rescatado de la Tierra.

—¿Y qué le ha pasado a la Tierra?

—Pues que la han demolido.

—La han demolido —repitió monótonamente Arthur.

—Sí. Simplemente se ha evaporado en el espacio.

—Oye —le comentó Arthur—, estoy un poco preocupado por eso.

Ford frunció el ceño sin mirarle y pareció pensarlo.

—Sí, lo entiendo —dijo al fin.

—¡Que lo entiendes! —gritó Arthur—. ¡Que lo entiendes!

Ford se puso en pie de un salto.

—¡Mira el libro! —susurró con urgencia.

—¿Cómo?

—No se asuste.
(para los que
no lo habéis leído, ésta voz en cursiva es la del libro, lo que se
conoce en la historia como la guía del autoestopista galáctico)


—¡No estoy asustado!

—Sí, lo estás.

—Muy bien, estoy asustado, ¿qué otra cosa puedo hacer?

—Nada más que venir conmigo y pasarlo bien. La Galaxia es un sitio muy divertido. Necesitarás este pez en la oreja.


Ahora sí, a partir del ejemplo, veamos algunas de las funciones que tiene el diálogo dentro de un texto:



Hace avanzar la historia



Una de las principales características del diálogo es que mueve hacia
delante la historia de una manera más directa que un narrador.


En el caso del ejemplo, Ford y Arthur acaban de escapar por los pelos
de la demolición de la Tierra y el diálogo nos pone en situación,
empujando la trama hasta la siguiente escena. Además, la urgencia de
Ford, que no mira directamente a Arthur, que cambia el tono de voz de
repente y se levanta de un salto, nos hace intuir que algo más ocurre o
está a punto de ocurrir.




Hace evolucionar a los personajes



Los personajes también pueden evolucionar a lo largo de un diálogo.
De hecho, en todo buen diálogo, al menos uno de los personajes debería
sufrir algún cambio de estado.


En el ejemplo, Arthur comienza intrigado, interrogando a Ford sobre
su pasado. En seguida recuerda lo que ha ocurrido unos minutos antes y
vuelve al estado de shock, avanzando hacia el pánico. Se enfada y,
finalmente, reconoce que está asustado. Termina el diálogo con cierta
resignación. Como véis, son un montón de estados de ánimo distintos que
perderían fuerza si los contase un narrador.



Aporta ritmo, dinamismo



Los diálogos hacen que el ritmo de la historia fluya de forma más
rápida, más dinámica. Siempre será más denso leer un párrafo entero del
narrador explicando paso a paso lo que un diálogo puede contar en pocas
líneas.


Está claro que el texto del ejemplo sería muy distinto si un narrador
nos explicase cómo Ford recuerda al tipo con el que llegó a la Tierra
quince años antes y cómo Arthur, asustado, se da cuenta de que su
planeta acaba de desaparecer.



Muestra y da vida



Los diálogos no nos cuentan lo que ocurre, sino que nos lo muestran,
dibujan la escena de una forma más vívida y llenan de vida a los
personajes. Un buen diálogo nos atrapa rápidamente porque carece de los
juicios de valor y las explicaciones del narrador. El diálogo nos
permite asistir de primera mano, ser testigos directos de lo que ocurre y
así podemos sacar nuestras propias conclusiones.



Caracteriza a los personajes



Los diálogos son uno de los métodos que sirven para caracterizar a
los personajes y las relaciones entre ellos. Lo que dicen, cómo lo
dicen, el tono en el que hablan y se responden, nos aportan un montón de
datos.


En el ejemplo de Douglas Adams, gracias al diálogo sabemos que Ford,
además de no ser terrestre de origen, es un tipo tranquilo y optimista,
con un carácter muy distinto al de Arthur, un humano neurótico que se
siente perdido tras la desaparición de su planeta. Pero también podemos
deducir, por la forma en la que hablan, que existe cierta confianza
entre ellos.



Aporta información



Los diálogos ofrecen información que el lector intuye, muchas veces
de forma inconsciente, como la relación entre los personajes, sus
personalidades, sus estados de ánimo… Pero también aportan datos
específicos sobre la trama. Eso sí, toda la información que se
suministra en el diálogo debe estar justificada.


En el ejemplo, Ford le explica a Arthur cómo llegó a la Tierra y qué
son los pesados tras un breve interrogatorio. No tendría sentido que
Ford se lanzase a explicarlo sin más o que le contase de forma detallada
cosas que Arthur ya conociese. Sólo insiste en el tema de la demolición
de la Tierra porque Arthur, en el estado de shock en el que se
encuentra, necesita oírlo de nuevo hasta ser capaz de asimilarlo.

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