LA MADRE
Inventiva del universo colocarte a mis pies
protectora de mis infinitos despertares
consolando al novato impío redentor
vástago incipiente que tutelaste por diez
Mártir celestial de impagables salarios
cubriste en desvelo días y noches aciagos
enfrentaste la muerte y le arrebataste mi vida
te entregaste candorosamente muy sentida.
Incomparable flor que la creación sublima
compasiva hija del amor que aquí habita
¡Madre! es la palabra que porfía tu bienaventura
consagrada al fragor filial que a veces lastima.
Motor encendido de la entrega divina
encomendada a saciar el exento cariño del hijo
que a tu vida solo ostiga amor en desconsuelo
y que arrebata lagrimas en tu detrimento.
¡Madre! única falaz mentira que la verdad endilga
isla de inquebrantable sentimiento humano
facción de Dios que mitiga pesares y da amor
conceido en un pecho u hombro jamás mendiga.
Subordinada a los encantos del mundanal zaherir
siempre el eje que todo hogar ha de concebir
la madre enraizada, acolmatada de discernir
de entre sus aortas amor para simplemente vivir.
Encarnada en mis pechos y encrucijada en mi mente
el cariño y fragor de mujer se representa en ti madre
conspicua, invencible y forjadora de inermes gentes
que adelante avanza contigo, fustigada pero invencible.
protectora de mis infinitos despertares
consolando al novato impío redentor
vástago incipiente que tutelaste por diez
Mártir celestial de impagables salarios
cubriste en desvelo días y noches aciagos
enfrentaste la muerte y le arrebataste mi vida
te entregaste candorosamente muy sentida.
Incomparable flor que la creación sublima
compasiva hija del amor que aquí habita
¡Madre! es la palabra que porfía tu bienaventura
consagrada al fragor filial que a veces lastima.
Motor encendido de la entrega divina
encomendada a saciar el exento cariño del hijo
que a tu vida solo ostiga amor en desconsuelo
y que arrebata lagrimas en tu detrimento.
¡Madre! única falaz mentira que la verdad endilga
isla de inquebrantable sentimiento humano
facción de Dios que mitiga pesares y da amor
conceido en un pecho u hombro jamás mendiga.
Subordinada a los encantos del mundanal zaherir
siempre el eje que todo hogar ha de concebir
la madre enraizada, acolmatada de discernir
de entre sus aortas amor para simplemente vivir.
Encarnada en mis pechos y encrucijada en mi mente
el cariño y fragor de mujer se representa en ti madre
conspicua, invencible y forjadora de inermes gentes
que adelante avanza contigo, fustigada pero invencible.
¡Madre mía!
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